Reflexion: Cuando los hijos se van
Mamá, papá, agradezcan a la vida los gritos, a veces los llantos, los berrinches, las marcas de acuarela o de crayon, la torta en la que se dibuja un dedo aunque no sea presentable. Agradece a la vida que ese pequeño está a tu lado y que toma tu mano con fuerza, no te detengas camina con él, deja que te hable y permitele que te cuente sus historias de ángeles y de soldados, de arañas enormes y de duendes fantásticos y siéntate a su lado a compartir su plato favorito, su dibujo más amado y deja que te lleve a caminar por el camino de su inocencia, de su amor a todo, de sus sueños: vuelve a ser niño junto a él. No te pierdas ni un instante de ese mágico momento.
“La sonrisa de un niño lleva impresa la firma de Dios”